La pregunta sugiere una respuesta sencilla, sin embargo la realidad es mucho más compleja y ni siquiera existe un consenso entre los expertos respecto a los tiempos, profundidad y alcance de la siguiente recesión. Es indudable que el crecimiento económico fluctúa en ciclos, y que tras un largo periodo de expansión (2013-2019), eso sí, tras una de las mayores crisis económicas y financieras que se recuerdan, las economías entrarán en un periodo de enfriamiento o incluso recesión.
La particularidad de la coyuntura actual no es solo la aparición de los síntomas tradicionales asociados a enfriamientos más o menos cercanos en el tiempo (ralentización de las exportaciones, aumento del precio de las materias primas o incremento del ahorro de los hogares, por citar algunos indicadores significativos), sino que el comportamiento de los agentes económicos está condicionado por circunstancias extraordinarias (“incertidumbres”, como las etiquetan los órganos reguladores) que difícilmente se pueden prever. En consecuencia, familias y empresas aguardan cautelosamente hasta que se definan con más claridad el devenir de los acontecimientos.
Principales causas de la recesión económica
En España es la incertidumbre política y la dificultad para formar un gobierno la que está determinando las decisiones de gasto y ahorro de los agentes privados. Ante las perspectivas nada claras de que las próximas elecciones puedan proveer un escenario de mayor estabilidad, los hogares han reducido su gasto y aumentado su ahorro, según el último Boletín Económico del Banco de España. Las empresas, por su parte, reducen su ritmo de inversión y contratación, lo cual ha derivado en un deterioro en la creación de empleo.
Y si a nivel nacional la economía comienza a resentirse, en el plano global las previsiones no podrían ser menos halagüeñas. Dos son las amenazas que se ciernen sobre la economía mundial, cuya resolución se prevé, en el mejor de los casos, compleja y costosa. Por un lado, el proceso e salida de Reino Unido de la Unión Europea (“Brexit”) experimenta avances y atrasos a partes iguales, y las probabilidades de alcanzar un acuerdo parecen reducirse con el tiempo y el devenir cada vez más radicalizado que adopta la política británica. Y por otro lado, la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la tendencia al proteccionismo impulsada por la Administración Trump están haciendo retroceder las intercambios a nivel global a cifras similares a las de la crisis de 2008. Los grandes motores de la Unión Europea, Alemania y Francia, muestran claros síntomas de estancamiento, que con seguridad acabarán contagiando al resto de países miembros.
Rol del Banco Central Europeo
En este contexto, el Banco Central Europeo ha decidido mantener su política monetaria expansiva, y recientemente ha anunciado un programa de compra de deuda con el fin de mantener la liquidez en el mercado de capitales. Ello puede servir de atenuante ante la ralentización de la economía. No obstante, en el caso de España, la política fiscal difícilmente podrá ser empleada para impulsar el PIB llegado el momento de la contracción económica ante la necesidad de seguir ajustando los presupuestos públicos para garantizar los principios de estabilidad financiera requeridos por la Unión Europea.
¿Cómo protegerse de la próxima crisis económica?
A la vista de la evolución más reciente de la economía, los hogares y empresas deberían afrontar una eventual reducción del PIB adoptando una situación de prudencia financiera, tratando de reducir al máximo el volumen de endeudamiento y procurando mantener un flujo constante de ingresos. Gozar además de cierto ahorro provee de una mayor fortaleza para resistir períodos de caída de ingresos y pérdidas de empleo que previsiblemente tendrán lugar en un corto o medio plazo. Si la situación se agrava, son recomendables actuaciones más contundentes tales como las refinanciaciones o reestructuraciones de deuda o, incluso, el concurso de acreedores.
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